El peligro del furtivismo detectado en la zona del Turbón fue el origen, hace ya más de cinco años, de los celadores medioambientales, una iniciativa en la que es pionera la Comarca de La Ribagorza, con el respaldo del Gobierno de Aragón.
Más de setenta personas concurrieron en 2003 a las pruebas de selección de los voluntarios medioambientales, de los que diez fueron los elegidos, aunque actualmente son ocho los que desempeñan diariamente las tareas de celadores medioambientales, en estrecha colaboración con los agentes de protección de la naturaleza (APN) del Gobierno de Aragón. Se trata de José Manuel Abad, José Manuel González, Jose María Vigo, Erika Espuña, Fernando Ferrer, Nieves Ballarín, Raquel Solana y Nacho Garralda, que tienen en Andrés Pociello su enlace con la Comarca, y siempre en contacto con Ramón Espuña, coordinador del Departamento de Medio Ambiente del Gobierno de Aragón en la Ribagorza, y Mariano Muñoz, APN responsable de zona y de relación con la Comarca.
Desde el primer momento, la presencia sobre el terreno de los celadores, "nuestros ojos en el territorio porque nosotros no podemos llegar a todo", coinciden en destacar Ramón Espuña y Mariano Muñoz, se dejó notar y, de hecho, los últimos censos realizados reflejan un aumento de la población de sarrios en el área del Turbón. "Es una zona que resultaba complicada de vigilar, porque tiene muchos caminos, se puede llegar desde diferentes carreteras", circunstancia que aprovechaban los furtivos, cada vez más escasos debido a la estrecha vigilancia.
Poco a poco, los celadores mediaombientales ribagorzanos han ido asumiendo mayor carga de tareas. Estas van desde el control de especies protegidas, con vigilancia de nidos y censo de especies (no solo animales sino también vegetales), en los que han podido comprobar el aumento de especies como el sarrio en la zona del Turbón o la liebre.
Asimismo participan en la repoblación de ríos y control de los caudales ecológicos de los ríos (vigilando los vertidos, las actividades de rafting, extracción de áridos...). Por no hablar de su colaboración en la localización y extinción de incendios, dado su gran conocimiento del terreno, que también ha resultado útil para encontrar a personas extraviadas.
También tienen una parte activa en la sanidad forestal (tratamiento de la procesionaria, segimiento de cortas de leña, o la colaboración con le Instituto Pirenaico de Ecología de JAca en la elaboración de un estudio. Sin embargo, una de las labores que les da más satisfacciones es la colaboración con la educación ambiental en los colegios ribagorzanos, una tarea a la que se prestan encantados.
Ellos son los celadores medioambientales, que velan por la protección y conservación de un medio natural privilegiado y único como el que dispone la Comarca de La Ribagorza.
Fuente: N. Labara- Crónica de Ribagorza.